Una vez superada la fase más crítica de la pandemia y ante una disminución notable de la presión asistencial por COVID-19, la sanidad privada, que atiende a 12 millones de pacientes en España, ha iniciado la reprogramación médico-asistencial de carácter presencial para atender consultas ambulatorias, urgencias y cirugías. Para ello, la mayoría de los 1.300 centros asociados a ASPE, patronal que representa al 80% del sector, se encuentran libres de casos de COVID-19 y han acondicionando desde hace semanas sus espacios y dispuesto protocolos de dirección médica para evitar riesgos de contagio tanto a pacientes como a personal sanitario.
Aunque en los meses de confinamiento se han visto reforzados procesos de atención asistencial vía telemática o mediante consultas telefónicas, en las últimas semanas, al hilo del proceso de desescalada, se ha incorporado la atención presencial mediante nuevos protocolos en la forma de trabajar que con probabilidad permanecerán de forma definitiva.
Los nuevos procesos integran de forma generalizada medidas que se aplican tanto en consulta como en urgencias y quirófanos:
Para Carlos Rus, Presidente de ASPE, “en los últimos meses hemos vivido una situación sin precedentes debido a la pandemia. Las medidas de confinamiento han ayudado a controlarlas pero estamos en un momento en el que el resto de enfermedades deben ser atendidas ante el riesgo de complicaciones del cuadro clínico”.
Por lo general, el temor al contagio del coronavirus ha disminuido la visita a los médicos y especialistas pero ha aumentado la complejidad de los cuadros clínicos debido al aplazamiento de la visita médica para el seguimiento, diagnosis y tratamiento de una diversidad de patologías comunes.
Carlos Rus indica que “es necesario transmitir a la población la necesidad de acudir con confianza nuevamente a médicos, especialistas y centros habituales por la existencia de condiciones de seguridad ante las numerosas medidas de precaución y prevención tomadas ante el COVID-19”.